En cada paso que doy,

en cada huella que dejo,

en cada palabra que sale de mi boca,

en cada camino que recorro,

en cada sueño que imagino,

en cada verso que escribo,

en cada obstáculo que sorteo,

en cada emoción que escondo,
en cada beso que regalo,

en cada letra de cualquier alfabeto,

en cada almohada sobre la que descanso,

en cada lugar del mundo que visito,

en cada mirada con la que te hablo, [...]
dejo una parte de mí en ti.

Siéntate. No tengas prisa. Relájate. Toma una taza de café y sueña. Grita. Salta eufórico. No te precipites. Sé feliz, sin complicaciones. Sé tú, sin imitaciones. Ve a paso ligero. Sigue mis huellas. Mi camino. El hilo de mi voz.

Tómate tu tiempo, que el mundo es para nosotros dos.

¿Sabes de ese sentimiento que sólo se siente unas pocas veces en la vida? Sí, ese que sin saber por qué, en el momento más inoportuno esbozas una sonrisa automaticamente. Esa sensación que te hace ver la vida desde una perspectiva diferente, quizás tu ya lo hayas sentido antes, quizás no. Es verte sonreir y sentirme la niña más feliz del mundo. Es abrazarte y sentir estar flotando. Es besarte y sentirme evadida de todo mi alrededor.

Créeme cuando te digo que esto es especial. Créeme, esto va más allá. Es algó más.

Créeme cuando te digo que te quiero...