Wednesday, May 25, 2011

Se desvanecen las alas con las que creímos nacer. Los párpados de las palabras quedan vacíos. Los amaneceres cóncavos gritan mudos.

Y yo quiero volar. Chapotear el vals de los amaneceres ciegos. Bailar al ritmo del alféizar callejero. Saborear el tronco inequívoco de las esdrújulas sangrantes, que se disipan como alma en el cielo. Gramos de piel que lloran las heridas de amores ajenos. Retales insípidos que expulsan sigilosos aroma a infierno. El suelo bajo mis pies se derrumba. Mis esquinas saborean el sonido de mi ausencia. El fuerte de la distancia queda muerto. Vida que como cárcel sin pena queda desierta.

Déjame partir. Amor, te lo ruego. Necesito marcharme lejos. Lejos de estas calles, donde no se mida el tiempo. Donde el color del viento sea el de los placeres desenfrenados y el de la lluvia de fuego. Déjame libre o viviré como frescor sin aliento, lirio sin agua o marioneta sin dueño. Tan sólo quiero olvidar. Tan sólo durante un tiempo…

Siembre te extrañaré en cada almohada de los abriles de enero...