Saturday, January 07, 2012

Julia

Frágil como una lámina de hielo fino. Bella como esas mujeres que salían en los anuncios de televisión con las que todos sus amigos soñaban. Julia guardaba un tesoro en su interior que pocos habían tenido el placer de descubrir. Pasaba desapercibida de entre la multitud cual sombra sin dueño. Unos cuantos sólo sabían valorarla, aunque muchos la juzgaban sin acierto. El alma sensible de Julia la hizo construir con el paso de los años una fortaleza a su alrededor que la protegería de cualquier persona o de cualquier palabra que pudiera dañar su ego. Lo que ella no sabía es que esa muralla al mismo tiempo no dejaba ver su verdadero encanto.

Julia se había criado con cuentos de hadas, libros de fantasía y películas con final feliz que sin darse cuenta hicieron que su visión de la vida se tornase de color de rosa. Ella creía fervientemente en el amor, tanto que incluso lo llegó a priorizar sobre cualquier otro valor en su día a día. Creyó enamorarse por primera vez a los quince años, cuando conoció a Estéfano en uno de sus viajes. Un año después, su corazón se hizo pedazos en el momento en que una nueva mujer entró en la vida de aquel chico. Desde entonces, Julia se prometió a sí misma no volver a enamorarse nunca más. Se burlaba de todos aquellos que decían haber encontrado su media naranja. No obstante, unos años después, algunos otros hombres lograron que Julia dejara a un lado sus prejuicios y se dejase llevar por el corazón. Ellos la hicieron volver a creer en el amor, aunque por poco tiempo. Todas sus relaciones duraron unos pocos meses y terminaban con un final amargo.

Julia perdió la esperanza de encontrar a alguien idóneo con el que compartir el resto de su vida. Se convenció a sí misma de que no sería tan malo no tener a nadie al lado cuando fuera mayor. Se volvió amante de los viajes, con el pretexto de querer descubrir el mundo, conocer otras culturas. En realidad, Julia seguía buscando el amor, más allá de sus fronteras. Viajando, Julia encontró una manera fácil de olvidar sus malos recuerdos, por lo que al final de cada relación se ausentaba unas semanas fuera de su país. No obstante, su remedio de olvido sólo parecía funcionar de manera temporal, porque cuando volvía a su hogar todos los recuerdos la bombardeaban de nuevo.

Cuando sintió haber sufrido lo suficiente decidió marcharse lejos de su ciudad por bastante tiempo. Y precisamente, en el país más remoto encontró a aquella persona que le devolvió la fe. Christian le doblaba la edad. Era de esos chicos que hablaban desde la experiencia. Éste vio en Julia una reliquia y rápidamente se enamoró de ella. Sus armas resultaron tan efectivas que lograron destruir la cárcel alrededor de Julia en cuestión de semanas y ésta se dejó llevar por los encantos de ese chico tan poco corriente. Se atraían como polos opuestos, él blanco y ella negro. Las diferencias les causaron mil y una discusiones, hasta que supieron sacar ventaja de ello. Él la enseñó el valor de la ciencia, le abrió las puertas a mundos desconocidos y a terrenos poco explorados. Julia aportaba la voz infantil, él la experiencia. Parecían ser el uno para el otro. Sin embargo, ambos se embarcaron a sabiendas en una relación que tenía fecha de caducidad. Ella tendría que volver a su hogar después de unos cuantos meses, allí es donde tenía su familia, sus amigos, sus estudios… allí estaba su vida. La de Christian estaba en el otro hemisferio, a miles de kilómetros de Julia. Ambos eran conscientes de ello, pero nunca lo mencionaron con el fin de ignorarlo. De ninguno de sus labios salió jamás un “te quiero” por miedo a enamorarse demasiado. Sin embargo, sus ojos, sus manos, sus susurros lo decían por ellos.

Julia estudia ahora en la Universidad de París. Robert, su nuevo novio, la ayuda a enterrar sus recuerdos pasados, aunque sus besos tienen el sabor de Christian, a quien sigue viendo en sueños. Éste consiguió un trabajo de ingeniería en Nueva Guinea. Claire, su prometida, ni siquiera conoce la historia de amor que su futuro marido vivió y que todavía recuerda con detalle. Julia y Christian siguieron con sus vidas, en hemisferios opuestos. La distancia nunca fue suficiente para hacerles olvidar lo que un día compartieron. La vida les hizo renunciar a su amor y seguir adelante. Parecía que tenía que ser así, aunque ninguno de ellos jamás descartó la posibilidad de volverse a ver de nuevo: en cualquier lugar del mundo, en cualquier momento.

Tuesday, July 26, 2011

Lo sé. Estoy loca. No puedo evitarlo. Le busco, le miro, le pierdo. Trato de encontrar el momento. Con miedo. Quizá esto sea una locura. O un capricho más. Quién sabe. No sé qué es lo que piensa. No sabe qué es lo que pienso yo. Todo fue muy precipitado. Tal vez algo inconsciente. Pero pasó. Ni siquiera le conozco. Ni siquiera sé cómo es. Mírale. Ingenuo. No sabe que le estoy pensando. No sabe que le estoy buscando. ¿Y si todo fuera un arrebato? Una noche. Litros de alcohol. Música a tope. Una mezcla de todo. Un mezcla que a veces confunde. Espero que lo recuerde. O que piense en ello. Que al menos se le pase por la cabeza. Nada más.

Y yo sigo como una loca, escribiendo líneas sin sentido de un momento fugaz que apenas entiendo todavía. Quizá no haya nada que entender. Simplemente dejarlo pasar. Qué mal se me da eso. Amontonar momentos pasados. Ordenar mi presente.

Dicen que con el tiempo se aprende. Aunque el tiempo para mí pasa demasiado rápido....

Saturday, June 11, 2011

Tan sólo grita mi nombre

Piénsalo. Hay determinadas cosas que jamás olvidarás. Por mucho que trates de hacerlo, permanecerán en tu mente durante el resto de tu vida. Formarán parte del baúl mental de tus recuerdos. Míralo por el lado bueno. Cuando algún día descanses sobre una mecedora recordarás todos estos momentos que te harán reír. Te harán darte cuenta de lo ingenua que eras en tu juventud. Y recordarás aquella etapa de tu vida como la mejor y la más envidiable. Desearás volver a ella con todas tus fuerzas. Pero, entonces, ya será demasiado tarde.
Por ello, disfruta el momento que se te presenta. Comete los errores necesarios que te hagan aprender, madurar. Eso sí. No olvides que nunca debes desprenderte por completo de tu infancia. Si lo haces, perderás una importante parte de ti. Conserva tu sonrisa infantil, tus carcajadas sin sentido. Nunca dejes a un lado esa preciosa mirada profunda, ni tu voz de cristal. Todo lo que hagas, todo lo que decidas quedará grabado en el libro de tu vida. Aquel que sólo tú firmarás. Sólo tú añadirás los detalles que creas necesarios. Recuerda, que un buen libro ha de incluir acción, intriga, diversidad. Una vida demasiado feliz, falta de momentos de decepción, resulta monótona. Por esta razón, no has de maldecir aquellos malos momentos que te suceden. Siéntete orgullosa, porque serán precisamente ellos lo que brinden emoción a tu vida. Ellos harán que desees superarte, buscar nuevas metas y enfrentarte a tus miedos.

Recuerda todo esto, pequeña, algún día te será útil. No todos tenemos la oportunidad de poseer un guía que nos asesore en nuestro camino. Tú sí. Seré yo. Yo seré tu guía. No importa lo lejos que me encuentre, yo siempre estaré contigo. Si me echas en falta, tan sólo grita mi nombre.

Wednesday, May 25, 2011

Se desvanecen las alas con las que creímos nacer. Los párpados de las palabras quedan vacíos. Los amaneceres cóncavos gritan mudos.

Y yo quiero volar. Chapotear el vals de los amaneceres ciegos. Bailar al ritmo del alféizar callejero. Saborear el tronco inequívoco de las esdrújulas sangrantes, que se disipan como alma en el cielo. Gramos de piel que lloran las heridas de amores ajenos. Retales insípidos que expulsan sigilosos aroma a infierno. El suelo bajo mis pies se derrumba. Mis esquinas saborean el sonido de mi ausencia. El fuerte de la distancia queda muerto. Vida que como cárcel sin pena queda desierta.

Déjame partir. Amor, te lo ruego. Necesito marcharme lejos. Lejos de estas calles, donde no se mida el tiempo. Donde el color del viento sea el de los placeres desenfrenados y el de la lluvia de fuego. Déjame libre o viviré como frescor sin aliento, lirio sin agua o marioneta sin dueño. Tan sólo quiero olvidar. Tan sólo durante un tiempo…

Siembre te extrañaré en cada almohada de los abriles de enero...

Saturday, February 26, 2011

A veces quisiera ser una esponja. Una esponja para absorber todo lo que alrededor de mí sucede. Hacer de mí un mapa de sonidos, un baúl de imágenes, un fondo de recuerdos. Coleccionar miradas. Archivar sonrisas. Clasificar momentos. Guardarlos en un cajón infinito para que cuando deje esta linda ciudad pueda sentir que sigo en ella. Revivir situaciones. Escuchar las voces de los que un día me amaron. Visionar rostros, poder casi hasta tocarlos con las yemas de mis dedos. Sentirlos cerca. Construir una burbuja de emociones en la que evadirme en cualquier momento, en cualquier lugar.

En Viena, Berlín, Sydney o Budapest. Allá donde nadie más esté...

Sunday, December 19, 2010

Bailando sobre hielo fino

Y, de repente, vuelven a ti. Sin avisar. Se cuelan en tu cabeza y en tu mente sin previo aviso. Te bombardean esos momentos que creías tener escondidos y sobreenterrados. Aquel primer beso en medio de aquel jardín. Vuestra canción. Vuestros lugares. Vuestras palabras. Todas esas secuencias que tú convertiste en blanco y negro y que ahora recobran todo su color. Puedes sentirlo. Puedes incluso oíros hablar. Es entonces cuando esa maldita voz te hace recordar quién eres y todo lo que llevas dentro, destruyendo la barrera que te permitía mantenerte en pie. Ese momento te hace recapacitar. Darle vueltas a todo. Volver a hacerte preguntas absurdas. ¿Y si, después de todo, debería dar un paso atrás? ¿Y si éste es el camino equivocado? Pero, poco después, te das cuenta. Vuelves a ti. Te percatas de que todo esto era efecto de una bonita película. De esas que te hacen soñar. Esas películas que te recuerdan a ti. Te das cuenta, entonces, de que tu elección ha sido la acertada. Porque, al fin y al cabo, el daño sigue ahí. La estaca que él más de una vez te clavó en el pecho sigue intacta. Vuelves a tu vida. Decides seguir adelante. Bailando sobre una capa de hielo fino. Dejando atrás todo aquello que un día tuviste y que hoy no tienes. Aquello que entonces dibujaba en ti una sonrisa y que ahora, sin embargo, te hace llorar. Llorar por dentro, porque prefieres que todo eso se quede así. Petrificado.

Wednesday, September 15, 2010


Aquella mañana ambos desayunaron café de palabras mudas. Los miles de kilómetros que les separaban no eran ningún obstáculo para que de alguna manera sintieran una inevitable conexión de sus almas inhóspitas. Habían decidido guardar silencio aparentando ser fuertes, cuando en realidad se deshacían por dentro.

Ella miraba todas las mañanas al despertar aquella foto que consiguió inmortalizar uno de sus besos. Besos con los que después de aquel día había soñado repetidas veces. Ya no la quedaban lágrimas que derramar sobre aquella imagen, por lo que en vez de lágrimas decidió navegar entre recuerdos. Fue entonces cuando tomó su maleta y marchó durante un tiempo para intentar olvidar.

Él la imaginaba tumbada sobre su cama todas las noches con sus vaqueros oscuros, su camiseta escotada y su sonrisa infantil. Buscó sus labios en los de otras mujeres, su perfume en todas las plantas, su voz en los desiertos de Oriente sin dar apenas resultado.

Vivían sin ser conscientes atados el uno al otro. Sus almas les pertenecían. Sin embargo, se dejaron llevar e imaginar un reencuentro que nunca tuvo lugar.