Sunday, December 19, 2010
Wednesday, September 15, 2010
Aquella mañana ambos desayunaron café de palabras mudas. Los miles de kilómetros que les separaban no eran ningún obstáculo para que de alguna manera sintieran una inevitable conexión de sus almas inhóspitas. Habían decidido guardar silencio aparentando ser fuertes, cuando en realidad se deshacían por dentro.
Él la imaginaba tumbada sobre su cama todas las noches con sus vaqueros oscuros, su camiseta escotada y su sonrisa infantil. Buscó sus labios en los de otras mujeres, su perfume en todas las plantas, su voz en los desiertos de Oriente sin dar apenas resultado.
Vivían sin ser conscientes atados el uno al otro. Sus almas les pertenecían. Sin embargo, se dejaron llevar e imaginar un reencuentro que nunca tuvo lugar.
Monday, June 28, 2010
Tú sabías a la perfección cómo sería tu final. Aun así, te engañabas constantemente a tí misma soñando con un desenlace feliz, en balde. Maldita esperanza que me persigue. Ahora, esta eres tú. ¿Decepcionada? No deberías estarlo. Era de esperar. No obstante, preferías vivir en tu burbuja inexorable, ajena al espacio y al tiempo, hasta finalmente presenciar con tus propios ojos el momento que ya habías profetizado.
Te veías madura, fuerte, perjurando, asegurando que todo esto no te destruiría. Decías crear cuatro paredes intransferibles de acero a tu alrededor, que, sin embargo, resultaron ser de cristal. Ahora, hechas añicos todas ellas, comienzas a tomar conciencia de tu propia vida y buscas impacientemente lugares idóneos en los que echar a volar.
Ésta es tu vida. Ésta eres tú y nadie más. Eres tú quien construye tu propia historia.
Wednesday, June 23, 2010
Las horas pasan a un ritmo desmesurado mientras que mi corazón dejó hace tiempo de latir. Y es que desconozco su paradero. Ignoro su destino. No sé nada de él. Dónde se habrá escondido. Con quién estará en este instante. Tendrá sus razones, piensas ingenua. Sin embargo, el trasfondo de tu corazón desprende desconcierto. Siempre sueñas con que en todo momento se acuerde de ti. Cuando mire las estrellas que vea tu rostro en una de ellas, en la más brillante. En un día gris se pare a pensar en ti frente a aquella foto que os hicisteis juntos.
Películas. Cuentos. Fantasía. Malditas leyendas que nos hicieron crecer haciéndonos creer que nuestra vida sería fácil. Ahora, que ya tienes uso de razón, todo te parece un camino empedrado y serpenteante, infinito. Una vez te pareció rozar el cielo con las yemas de tus dedos. Ahora, mírate. Desplomada. Hundida. Perdida en el pasado. Nadando entre mareas de recuerdos. Imágenes, voces, escenas que bombardean tu cabeza y que te gustaría olvidar, pero que es imposible. Aquella sonrisa. El vaivén de sus ojos desnortados. Aquel abrazo inusitado. Aquel paseo sin rumbo. Al fin y al cabo él. Le odias, pero a la vez le quieres. Le odias porque te hace sufrir. Porque te corta la respiración. Le odias por hacer que le quieras locamente. Y piensas entonces qué fue lo que hizo para que te robara el corazón de aquella forma. ¿Fue el hilo de su melodiosa voz? ¿Fueron aquellas pupilas que en silencio no paraban de hablarme? No lo sé. Confías en oír el sonido de tu móvil, oírlo vibrar. Es más, estás tan obsesionada con ello que te parece oírlo, en balde. Sé realista. No está. Al menos junto a ti. Todo se acabó. De nada sirve recordar lo que en otra vida pasó. “Lo pasado, pasado está”. Cómo odio esa frase. Nuestra vida está hecha de retales del pasado. Nuestra vida está hecha de momentos. Momentos álgidos y momentos en los que deseas rendirte y morir. Es hora de pasar página en el libro de tu vida. Es hora de echar a volar.
Thursday, May 06, 2010
Y no supo qué decir. Su eterna mirada se llevó todas sus palabras en un suspiro, en una micromilésima de segundo. Embelesada. Atónita ante el elegante blues al ritmo del que se movían aquellos ojos piel de cocodrilo. Aquellos que le robaron el sueño tantas noches. Aquellos que un día esperaba traspasar y en los que creía ver el pequeño cosmos que ellos dos mismos habían creado inconscientemente.
De repente, esas dos palabras que vio tejer en los labios de él la hicieron desperar de su momentáneo trance. Reconoció entonces que era así como quería que fuese su vida: como el alba perenne de unos ojos de abril.