Wednesday, September 15, 2010


Aquella mañana ambos desayunaron café de palabras mudas. Los miles de kilómetros que les separaban no eran ningún obstáculo para que de alguna manera sintieran una inevitable conexión de sus almas inhóspitas. Habían decidido guardar silencio aparentando ser fuertes, cuando en realidad se deshacían por dentro.

Ella miraba todas las mañanas al despertar aquella foto que consiguió inmortalizar uno de sus besos. Besos con los que después de aquel día había soñado repetidas veces. Ya no la quedaban lágrimas que derramar sobre aquella imagen, por lo que en vez de lágrimas decidió navegar entre recuerdos. Fue entonces cuando tomó su maleta y marchó durante un tiempo para intentar olvidar.

Él la imaginaba tumbada sobre su cama todas las noches con sus vaqueros oscuros, su camiseta escotada y su sonrisa infantil. Buscó sus labios en los de otras mujeres, su perfume en todas las plantas, su voz en los desiertos de Oriente sin dar apenas resultado.

Vivían sin ser conscientes atados el uno al otro. Sus almas les pertenecían. Sin embargo, se dejaron llevar e imaginar un reencuentro que nunca tuvo lugar.

1 comment:

Álvaяo said...

Las historias tristes suelen ser hermosas...