Monday, June 28, 2010

La esperanza ha sido mi gran e insuperable enemigo. Como cuando sabes el desenlace de un libro que todavía no has acabado. Tienes la ineludible esperanza de que no sea así, tal y como te lo han contado. Pero, sin embargo, una vez que llegas a él puedes comprobar por tí misma que, efectivamente, tenían razón. Lo sabías. Claro que tú lo sabías. Pero era mejor confiar en que las cosas se tornasen a tu favor.

Tú sabías a la perfección cómo sería tu final. Aun así, te engañabas constantemente a tí misma soñando con un desenlace feliz, en balde. Maldita esperanza que me persigue. Ahora, esta eres tú. ¿Decepcionada? No deberías estarlo. Era de esperar. No obstante, preferías vivir en tu burbuja inexorable, ajena al espacio y al tiempo, hasta finalmente presenciar con tus propios ojos el momento que ya habías profetizado.

Te veías madura, fuerte, perjurando, asegurando que todo esto no te destruiría. Decías crear cuatro paredes intransferibles de acero a tu alrededor, que, sin embargo, resultaron ser de cristal. Ahora, hechas añicos todas ellas, comienzas a tomar conciencia de tu propia vida y buscas impacientemente lugares idóneos en los que echar a volar.

Ésta es tu vida. Ésta eres tú y nadie más. Eres tú quien construye tu propia historia.

Wednesday, June 23, 2010

Las horas pasan a un ritmo desmesurado mientras que mi corazón dejó hace tiempo de latir. Y es que desconozco su paradero. Ignoro su destino. No sé nada de él. Dónde se habrá escondido. Con quién estará en este instante. Tendrá sus razones, piensas ingenua. Sin embargo, el trasfondo de tu corazón desprende desconcierto. Siempre sueñas con que en todo momento se acuerde de ti. Cuando mire las estrellas que vea tu rostro en una de ellas, en la más brillante. En un día gris se pare a pensar en ti frente a aquella foto que os hicisteis juntos.

Películas. Cuentos. Fantasía. Malditas leyendas que nos hicieron crecer haciéndonos creer que nuestra vida sería fácil. Ahora, que ya tienes uso de razón, todo te parece un camino empedrado y serpenteante, infinito. Una vez te pareció rozar el cielo con las yemas de tus dedos. Ahora, mírate. Desplomada. Hundida. Perdida en el pasado. Nadando entre mareas de recuerdos. Imágenes, voces, escenas que bombardean tu cabeza y que te gustaría olvidar, pero que es imposible. Aquella sonrisa. El vaivén de sus ojos desnortados. Aquel abrazo inusitado. Aquel paseo sin rumbo. Al fin y al cabo él. Le odias, pero a la vez le quieres. Le odias porque te hace sufrir. Porque te corta la respiración. Le odias por hacer que le quieras locamente. Y piensas entonces qué fue lo que hizo para que te robara el corazón de aquella forma. ¿Fue el hilo de su melodiosa voz? ¿Fueron aquellas pupilas que en silencio no paraban de hablarme? No lo sé. Confías en oír el sonido de tu móvil, oírlo vibrar. Es más, estás tan obsesionada con ello que te parece oírlo, en balde. Sé realista. No está. Al menos junto a ti. Todo se acabó. De nada sirve recordar lo que en otra vida pasó. “Lo pasado, pasado está”. Cómo odio esa frase. Nuestra vida está hecha de retales del pasado. Nuestra vida está hecha de momentos. Momentos álgidos y momentos en los que deseas rendirte y morir. Es hora de pasar página en el libro de tu vida. Es hora de echar a volar.

Thursday, May 06, 2010

El alba perenne de unos ojos de abril

Y no supo qué decir. Su eterna mirada se llevó todas sus palabras en un suspiro, en una micromilésima de segundo. Embelesada. Atónita ante el elegante blues al ritmo del que se movían aquellos ojos piel de cocodrilo. Aquellos que le robaron el sueño tantas noches. Aquellos que un día esperaba traspasar y en los que creía ver el pequeño cosmos que ellos dos mismos habían creado inconscientemente.

De repente, esas dos palabras que vio tejer en los labios de él la hicieron desperar de su momentáneo trance. Reconoció entonces que era así como quería que fuese su vida: como el alba perenne de unos ojos de abril.

Sunday, January 03, 2010

Los ojos de ella.

Ella era consciente de lo arduo que era su pequeño mundo. Aún así, un millón de lunas atrás, se juró a sí misma que se sentiría siempre feliz. Feliz de cualquier forma. Feliz en todos los sentidos. Feliz por cualquier razón. Se prometió esbozar una sonrisa cada madrugada aun cuando encontrase millones de motivos para romper a llorar. No obstante, su frágil personalidad la hacía verse sumergida constantemente en una montaña rusa de emociones. Un frenesí que le quitaba el sueño sin remedio alguno. Pero si por algo era fácil de reconocer de entre la multitud era por el blues al ritmo del que bailaban sus dos ojos verdes. Ojos de mirada infinita. Ojos que susurraban sin palabras.

Todavía recordaba la armoniosa melodía que componían aquellas ocho letras que tejían los labios de quienes en otra vida la amaron. Ella creía en el amor, pero estaba segura de que no era como lo retrataban. Para ella era una simbiosis de dos almas que bailan al son del mismo compás.

Solía congelar a menudo el ritmo de su vida para así saborear cada instante en su propio cosmos. Se deleitaba imaginándose ella misma siendo un precioso ave. Un ave libre de cientos de colores volando por el cielo sin cesar.

Se dice que todos los amaneceres acudía a la estación de trenes más cercana en un intento de descubrir cuál sería la locomotora que la llevaría hasta aquel remoto destino. Aquel en el que, según leyendas, se perfilaba todo o nada, según las fronteras de la imaginación de cada uno, junto con un modesto cartel de madera en el que se daba la bienvenida a El fin del mundo.

En realidad, no sé quién es ella. No sé su nombre ni su identidad. No sé a dónde va y de dónde viene. No sé ni siquiera si de verdad existe o forma parte de otro de mis sueños. Todo lo que sé me lo contaron sus ojos.

Thursday, December 24, 2009


No sé qué pensar, no sé qué creer, no sé hacia dónde voy ni de dónde vengo. No sé qué será de mí en un futuro, ni siquiera sé lo que será de mí mañana. Confío en lo imprevisto, en la imprecisión, en la duda, en lo repentino, que conceden pases gratuitos a todos los caminos para llegar a un mismo destino: la ansiada y utópica felicidad. Jamás nadie ha sido capaz de trazar rutas para alcanzarla, jamás ha habido ser viviente en la historia que haya logrado definirla a la perfección. Ningún ente humano ha escrito nunca un manual de instrucciones a seguir con el que poder ser feliz.

Una persona: un mundo. Un mundo: millones de caminos, millones de cambios, millones de casualidades. Nunca pienses en la vida como mera monotonía o simple rutina que seguir; piensa en una línea discontinua, cambiante, la que hoy puede que sea incondicionalmente perfecta y, sin embargo, al día siguiente todo dé un giro de 180˚ y nada vuelva a ser como solías pensar que sería. La vida está hecha de momentos, momentos de todo tipo que construyen nuestra propia historia. "Días de pena, pero también gloria."

Vive tu vida, vive tu momento, atrapa las oportunidades y no eches ninguna a volar.

Wednesday, December 23, 2009

El síndrome de la famosa Navidad

Anhelos enjaulados se escuchan gritar por las tenues calles de corazones desenfrenados que ven palidecer sus asfaltos por la llegada de la famosa Navidad. Navidad y deseos consumados para afortunados insaciables.

Navidad y nada más que eso para los soñadores innatos, rebeldes inconformistas y modestos infelices con la esperanza tatuada a la espera de una mínima metamorfosis de sus circunstancias.

¿Qué es la Navidad?, algunos curiosean. Navidad es el momento en el que tus pequeñas inquietudes se convierten en fuertes emociones y tus más utópicos ideales dejan de ser meras preocupaciones.

Igualmente, la atmósfera se transforma para la ocasión: aromas a felicidad y sabores de pasión decoran con gentileza todos los caminos sin dejar siquiera vacío un pequeño rincón. Y por supuesto, las almas de todo individuo, concordes con la estación, señalan como principios de vida: la familia, el cariño y el amor.


"Antes o después las cosas que has dejado atrás te alcanzan y las cosas más estúpidas, cuando estás enamorado, las recuerdas como las más bonitas porque su simplicidad no tiene comparación.

Y me dan ganas de gritar en este silencio que hace daño. Basta. Déjame. Ponlo todo de nuevo en su sitio. Así. Cierra. Doble vuelta de llave. En el fondo del corazón, allí, en aquella esquina. En aquel jardín. Algunas flores, un poco de sombra y después dolor. Ponlos allí, bien escondidos, te lo ruego, donde no duelan, donde nadie pueda verlos. Donde no los puedas ver. Eso. Otra vez enterrados."

Tengo ganas de ti